Casada a los ocho años de edad

Alwel Violet (26) vivió el matrimonio infantil y abuso de parte de la familia de su esposo. La FLM le ayudó a reconstruir su vida. Foto: LWF/P. Kikomeko

 

ADJUMANI, Uganda/GINEBRA 25 de Noviembre de 2016 (LWI) – “No tenía nada que decir en cualquier arreglo que fue hecho. El único momento que me encontré con el hombre con el que estaba supuestamente a casarme fue durante los desempeños familiares. Siempre pensé que él era miembro de la familia distante, nunca hablamos más allá que el saludo” Alwel Violet (26) recuerda de la primera reunión con su futuro esposo. Ella tenía ocho años en ese momento.

Ella no sabía que la familia de él había pagado un precio de novia por ella y que el acuerdo fue cerrado. Mientras que sus amigas iban a la escuela, pasaban sus días jugando en casa, desarrollando destrezas en deportes o drama, Violet aprendió que pronto sería una esposa. Cuando otros padres estaban enseñando a sus hijas e hijos a hacer tareas en casa, los padres de Violet estaban ocupados organizando la boda de su hija. Violet se casó cuando tenía ocho años con un hombre de 24.

Los matrimonios infantiles como estos son comunes en los países de África central. Se estima que el 52 por ciento de las mujeres en el país natal de Violet, Sudan del Sur, están casadas entre los 15 a 19 años de edad. Muchas son muchachas mucho más jóvenes, de once o doce años que han llegado a la pubertad. Incluso el caso de una niña de ocho años no es enteramente desconocido en su comunidad. La Federación Luterana Mundial (FLM) trabaja en la defensa contra el matrimonio infantil y el apoyo a las mujeres afectadas por esa práctica en Sudán del Sur, Kenia y Uganda.

Después del matrimonio, su esposo llevó a Violet a Kenia. A diferencia de muchas chicas que se ven obligadas a salir de la escuela cuando se casa, Violet todavía estuvo permitida de continuar su educación. Pero como mujer casada se esperaba que Violet cumpliera con sus deberes de esposa. Ella haría las tareas de la casa antes de ir a la escuela y cuando volviera, ella debería cocinar y cuidar de su marido. Cuando tenía 15 años, en el cuarto año de secundaria, Violet quedó embarazada. Su esposo volvió con ella a su pueblo natal en Sudán del Sur donde dio a luz a una niña.

Terror a de los suegros

Cuando su esposo murió dos años después, la vida de Violet se convirtió en una pesadilla. “Sus hermanos nunca me dieron tiempo para llorar a mi marido. Luego después del entierro, ellos decidieron quién se haría cargo de su familia, incluyéndome a mí”.

De acuerdo a la costumbre local en Sudán del Sur, una esposa cuyo marido ha muerto después de pagar el precio de la novia pasa a ser propiedad de uno de sus hermanos, junto con los niños que ella podría tener. La decisión recayó sobre el hermano mayor. “Desde entonces, todas las noches me obligó a dormir con él”. Con el tiempo no sólo su cuñado mayor, sino que todos los cinco hermanos de su difunto esposo la violaban a menudo.

Cuando trató de luchar contra ellos la drogaron y la maltrataron cuando estuvo inconsciente.  “Ellos creían que dado el precio de la novia pagado por mí tenían todo el derecho” dice Violet. Eventualmente, sus cuñados sólo aparecían cuando querían dormir con ella. Nunca le dieron dinero ni comida para ella ni para la niña.

Protección, consejería y medios de vida

“Tuve que sobrevivir” dice Violet. “Tenía que apoyar a mi bebe. Es por eso que secretamente fui hacia una amistad y pedí ayuda. Me sugirió que escape a Uganda”. La amistad le pagó el pasaje de transporte a la frontera de Uganda. En Marzo de 2014 Violet se registró como refugiada y fue transferida al refugio Adjumani al Norte de Uganda.

Sin embargo la familia le siguió. Un día los cuñados aparecieron en su nueva casa y trataron de llevar a Violet y su hija a Sudán del Sur. En este momento, Violet decidió buscar ayuda de la FLM que dirige el centro de recepción de Njumanzi y es, entre otros, responsable de la protección en el campamento de personas refugiadas del campo de refugio en Adjumani.

 “Fui a la oficina de la FLM y les conté toda la historia” recuerda. “El me prometió ayudarme”. Violet fue transferida a Boroli, un asentamiento diferente dentro del complejo de personas refugiadas y se inscribió en sesiones de consejería de la FLM. Cuando sus suegros la encontraron de nuevo la atacaron, la FLM le ayudó a denunciar el caso a la policía local. Sus suegros nunca más le han molestado de nuevo.

Ayudar a las demás personas

La FLM le ayudó a unirse a una asociación de ahorro y préstamo de la aldea lo que le permitió iniciar su propio negocio. Tres meses después  de su llegada a Uganda, Violet se convirtió en una de las trabajadoras incentivadoras de la FLM como consejera en el departamento psicosocial donde ahora ayuda a otras mujeres que comparten su experiencia.

“El asesoramiento me ayudó a seguir adelante con mi vida” comparte. “Ahora estoy viviendo una vida mejor y estoy felizmente casada con un hombre que amo. Pronto mi hija será una hermana mayor. Estoy donde pertenezco, rodeada de gente que me ama y me desea el bien. Las palabras no pueden expresar cómo la FLM me ayudó a restaurar mi vida. Espero poder mostrar mi gratitud a través del trabajo que hago por otras mujeres que están en la misma situación en la que yo estaba”.

Contribución de Niona Agasha

Traducción Red de Comunicaciones LAC