Una familia como cualquier otra

Niños y niñas ayudados por el centro de cuidado San Pedro. Foto: FLM

Un programa que ofrece amor y cuidado a niños y niñas huérfanas por el VIH y Sida en África del Sur

(LWI) – La noción de familia en África del Sur está cambiando. La definición predominante de una familia contemporánea ahora incluye familias monoparentales, familias mezcladas y familias de paso.

El programa de Cuidado Infantil de San Pedro está basado en la noción en lo que llaman familias recompuestas – grupos de adultos y niños que no necesariamente son parientes de sangre que viven juntos como familia.

El programa está dirigido por la Iglesia Evangélica Luterana en África del Sur y forma parte del programa de Sida administrado por la comunidad Luterana de la región.

San Pedro busca proveer amor y cuidado a niños y niñas huérfanas afectadas por la pandemia del VIH y Sida en África del Sur mediante su programa de orfanato de largo plazo. De acuerdo al Consejo de Investigación de Ciencias Humanas Sud Africano, un estimado de 40,000 infantes viven con VIH en el país en 2012. Hoy se estima que hay 1.9 millones de huérfanos que han perdido uno o ambos padres debido al Sida.

Facilitando un entorno de hogar y familiar

Con siete casas y 3 infantes bajo su cuidado, San Pedro proporciona a infantes huérfanos una infancia normal que sea posible. Viven en una casa con madres y hermanos, hermanas adoptivas.

De tres a cinco niñas y niños viven en un hogar con una familia, opuesto a un orfanatorio o casa de niños, explica la administradora del proyecto Adelaide Mangena. “Debido a esto, nuestros niños y niñas no sólo tienen un sentido de estar a salvo y de seguridad, sino también un sentido de esperanza, de pertenencia y de identidad”.

Las autoridades de bienestar social de Sudáfica evaluan y capacitan a las potenciales “madres” para el programa de cuidado infantil.

Las mujeres comienzan como madres de socorro para darles la oportunidad de vincularse con los niños y niñas antes de darles hogares propios. Las autoridades identifican a infantes que son enviados a las familias.

“Las madres son capacitadas para trabajar con el luto y el trauma que pueden experimentar con los y las infantes”. Cada semana hablan con un profesor de la Universidad de Witwatersrand quien les recomienda una capacitación en caso sea necesario. “Las y los niños llegan a formar parte de una familia grande con tías, tíos de las congregaciones y primas y primos de otras familias”.

El apoyo de las congregaciones a las casas de huérfanos

San Pedro quiere que sus congregaciones abran casas de cuidado para la mayor cantidad de infantes posible. Como tal, hay casas expandidas a través de la diócesis y están apoyadas por varias congregaciones. San Pedro de la Iglesia Evangélica Luterana en el Lago apoya dos casas.

El Pastor principal en San Pedro en el Lago, Edwin Dedekind, dijo que cuando se inició en 2002, la medicación antirretroviral no estaba disponible fácilmente y se gastó mucho dinero para adquirirla. “Hemos sido testigos del milagro de los antirretrovirales –recuerdo lo devastada que esta familia estaba– especialmente mi hija de 12 años cuando uno de los bebes huérfanos HIV positivo que estábamos cuidando murió”.

“Hacemos todo lo que podemos en el mejor interés de las y los infantes. Nuestras madres están sobre los 45 años de edad y sus hijo o hija biológica menor no debe tener menos de 17 años” dice Dedekind.

Niños o niñas pequeños pueden ser adoptadas. Cuando es posible, se motiva a esto.

Educar a las y los niños es caro y, en algunos casos, necesitan ira a escuelas especiales que atiendan necesidades específicas de aprendizaje o de medicación.

Cuando a las propias madres de los orfanatorios se les preguntas sobre los desafíos que enfrentan, todas dan respuestas similares: “Somos una familia como cualquier otra y enfrentamos los mismos desafíos que otras familias tienen – niños y niñas con mal comportamiento, disputas y así sucesivamente”.

Niñas y niños con esperanza, sueños y ambiciones

En una de las casas, Mpilo* de 10 años nos muestra su proyecto de escuela de Pascua, un dibujo de la tumba de Jesús con tres cruces en el Gólgota. Afuera, sus hermanos y hermanas se empujan para compartir las noticias de sus logros personales, incluyendo una medalla de oro en el atletismo y sus ambiciones de un día ser un chef.

En otra familia, Mbali* de 9 años comparte sus ambiciones de que un día llegará a ser doctor en medicina. En otra casa, Dante* expresa que su deporte favorito es el cricket y que un día llegará a ser un científico.

Todos los niños y niñas ven al futuro con esperanza, sueños y ambiciones que algunos años atrás no se hubieran atrevido a contemplar y mucho menos a expresar.

*nombres cambiados

Por Bonginkosi Moyo-Bango, durante una visita al proyecto de VIH y Sida de la Comunión Luterana en Sudáfrica. Editado por Comunicaciones de la FLM y traducido por la Red de Comunicaciones LAC