Un Símbolo de Vida y Esperanza

Christian Chavarria Ayala en su taller. Foto: Juan Arrieta

SAN SALVADOR, El Salvador/GINEBRA (LWI) – Hay una paloma blanca en casi todas las cruces que Christian Chavarría Ayala pinta. El artista se sienta en su estudio en piso superior de la congregación Luterana La Resurrección en San Salvador y sumerge un pincel en la pintura azul para el cielo en una pequeña cruz de madera. Montones de más o menos trabajos acabados de todos los tamaños están apilados a su alrededor, algunos de pocos centímetros de tamaño, y  el más grande de medio metro de altura. Todos los trabajos han sido pintados a mano.

Toque final: El cielo y las palomas. Foto: FLM/C. Kästner

Sin embargo, lo que lo mantiene ocupado durante estos días no puede verse en su taller: Christian Chavarría Ayala está pintando la cros para el servicio de la oración común de la Conmemoración Ecuménica Conjunta a llevarse a cabo el 31 de Octubre de 2016 en Lund y Malmö, Suecia. Cuando Luteranos/as y Católicos juntos con invitados ecuménicos se reúnan para conmemorar el aniversario de la Reforma, la cruz traerá un mensaje de esperanza desde uno de los países con mayor conflicto en el mundo hoy.

Escena salvadoreña en una cruz grande. Foto: FLM/C. Kästner

La paloma como símbolo de esperanza y protesta

La paloma vista en muchas de las cruces es un signo de protesta. Por años se prohibió pintar dibujos de la paloma blanca en El Salvador. Al hacerlo pone la vida de los artistas en riesgo. Chavarría recuerda a los soldados buscando sus cruces durante una búsqueda en las casas cuando era niño, y al preguntarle sobre las aves blancas en sus pinturas iniciales en la tradición y estilo salvadoreño, él indica “No les di la verdadera razón, de que las palomas fueron mi deseo por paz en el país. No se te era permitido decir esto”.

Chavarría ha vivido durante la guerra civil salvadoreña. Fue un niño cuando dos de sus hermanos fueron asesinados. El y su madre escaparon a Honduras, vivieron en los bosques y después como prisioneros en un campo de refugiados por varios años. Allí fue cuando él comenzó a pintar. Su primer trabajo fue una tarjeta de navidad. “Mi madre me pidió que hiciera una tarjeta de felicitación de Navidad de una familia rica y de una familia pobre” comparte. “No supe que hacer porque sólo conocí la Navidad en una familia pobre”.

A pesar que las cruces son su principal negocio, Chavarría también pinta otros temas como decoraciones para árboles de Navidad y pesebres. Foto: FLM/C. Kästner

Cómo describir la libertad

Como adolescente, Chavarría fue blanco de los escuadrones de la muerte como si estuviera afiliado a la guerrilla. Su madre logró enviarlo a Suecia como refugiado. “Era muy frío y difícil porque estaba solo”, recuerda sobre los dos años que estuvo en el país escandinavo. “Pero también fue una gran oportunidad. Por primera vez sentí la libertad”.

Algunas de las cruces muestran un paisaje nórdico en un estilo típico salvadoreño. Foto: FLM/C. Kästner

“¿Cómo describir la libertad que sentí?” Podía caminar en las calles durante la noche y nada pasaba. Podía decir lo que deseaba.  No tengo palabras para expresar lo que se siente. En El Salvador siempre estuve amenazado, mi vida estaba en peligro. Descubrí que las personas en algunas partes del mundo pueden ser libres. Siempre estaré agradecido por eso”.

Su arte transmite algunas de esas experiencias. La gente feliz, sin preocupaciones, animales de colores, el sol. “No uso el negro o gris, me gustan los colores brillantes” comparte. “Además nunca pinto la misma cruz dos veces. Cada una es única”.

Chavarría no dejó Suecia por elección. La ley sobre la reunión de la familia le obligó a volver cuando alcanzó la edad, una decisión difícil en ese momento. Sin embargo, hoy él no podría vivir en ningún lugar más que en El Salvador. “Yo fui un refugiado la mayor parte de mi vida y amo mi país” indica. “No vale la pena dejarlo en manos de gente mala”.

Transformar la cruz

La carrera de Chavarría como artista se inició cuando entregó una de las cruces que pintó a un pastor de Finlandia. Poco después la Iglesia de Finlandia ordenó 1,000 piezas. “Trabajé día y noche” recuerda. “Solo semanas después de haber sido entregadas llamaron otra vez y dijeron: Todas las cruces se han vendido, ¿puedes hacer otras 2,000?” Todavía hay un matiz de incredulidad cuando Chavarría cuenta esta historia.

Un pedido grande de cruces pequeñas, cada una de ellas pintada a mano. Foto: FLM/C. Kästner

Hoy, Chavarría tiene un pequeño taller en el piso superior de la congregación Luterana La Resurrección en San Salvador que él mismo ayuda a reconstruir. Los domingos, Chavarría toca el piano en el culto de la iglesia, durante los fines de semana emplea a siete personas para trabajar en su estudio con ello apoyan a sus familias.

La Resurrección, la congregación que Christian ayuda a reconstruir y donde ayuda como músico. Foto: FLM/C. Kästner

El propio Chavarría todavía hace los dibujos, diseña las imágenes y genera las ideas. Se calcula que ha realizado 130,000 cruces que han viajado a 109 países. Sus cruces cuelgan en las oficinas de obispos, políticos y (ex) presidentes. Las cruces han viajado a América Latina y del Norte, Europa, Oriente Medio, África, Asia y el Vaticano. El Presidente de la FLM, Obispo Munib A. Younan presentó al Papa Francisco una cruz de El Salvador durante una audiencia pública en 2013.

“Fue un gran honor cuando la FLM me pidió que pintara cruces” comparte. “Nunca pensé que mi arte sería tan apreciado en el mundo. Agradezco a Dios por este don porque puedo ayudar a mi familia, pero también porque me ayuda a trabajar con mi propio trauma de la guerra civil”.

Christian Chavarría y el Presidente de la FLM, Obispo Munib A. Younan en una foto pasada que se encuentra en el taller del artista. Foto: FLM/C. Kästner

No darse al miedo

En El Salvador, tener un negocio exitoso te convierte fácilmente en un blanco de la violencia y la extorción. Las bandas callejeras y el tráfico de drogas han sustituido a la violencia de la guerra civil. Es peligroso moverse en ciertas partes de la ciudad, caminar por las calles durante la noche, o ser visto con dinero. Las personas son disparadas sólo por un collar o un teléfono celular.

Chavarría ha recibido amenazas, sus hermanos han emigrado. Sin embargo él no piensa cerrar su negocio. “Si te asustas, pierdes todo. El miedo te hace débil” expresa. “Las personas me piden no visitar mi congregación, pero yo voy. Algunas veces es peligroso. Este miedo también crea negocios para las empresas de seguridad quienes hacen dinero de la inseguridad y la violencia”.

Trabajo en progreso. En medio del desarrollo del prototipo de la cruz que será usada para la oración común. Foto: FLM/C. Kästner

Chavarría ha comenzado a estudiar teología y está a camino de ser pastor. Las cruces que pinta hablan de la esperanza por un mundo diferente al que él vive hoy. “La situación aquí es como una cruz negra que cargamos cada día, pero tenemos que transformarla” comparte el artista. “Hacemos cruces de colores fuertes para mostrar la belleza de la creación de Dios. La cruz no debe recordarte que Jesús murió en ella sino que murió y resucitó. Es un símbolo de vida para nosotros y nosotras”.

La cruz para Lund expresará parte de esa visión. Chavarría ha pintado en ella, en la barra horizontal: “Todas las personas del mundo están representadas allí” dice. “Pese a su raza, cultura, color de piel o edad, ellas están juntas e invitadas a la mesa del Señor”.

Traducción por la Red de Comunicaciones LAC