Servicio altruista en primera línea

Sarah Ewoi, con una familia de refugiados de Sudan del Sur en el centro de Nadapal. Foto: FLM Kenia

Sarah Ewoi, Kenia, recibe a los refugiados de Sudán del Sur

#WomenHumanitarians

NADAPAL, Kenia/GINEBRA(LWI) - Sarah Ewoi, tiene 46 años, es madre de cuatro niños y trabajadora social de la Federación Luterana Mundial – Servicio Mundial en el Centro de Tránsito de Nadapal. El centro está situado en la frontera de Kenya con Sudán del Sur, y es el primer punto de contacto de los refugiados de la guerra de Sudán del Sur. Como trabajadora social, Ewoi hay días en los que recibe a cientos de personas que huyen de la violencia y el hambre.

Habla 11 idiomas: inglés, suajili, turkana, árabe, tira, toposa, jie, dinka, didinga, logir y francés; la mayoría los aprendió a lo largo de sus años de trabajo en Kenya, Sudán y Sudán del Sur. Su recorrido por el mundo humanitario comenzó hace 16 años. En el Día Mundial Humanitario, ella comparte lo que experimenta todos los días.

Guíanos a través de tu jornada habitual de trabajo.

Llego a la oficina a las 8.00 de la mañana. Mi labor comienza supervisando la limpieza del centro de tránsito. Tras ello efectúo la evaluación psicosocial de las personas recién llegadas, les explico lo que se espera de las personas refugiadas y solicitantes de asilo durante su estancia en Nadapal. También les instruyo sobre sus derechos, les presto primeros auxilios psicosociales a quienes sobrevivieron a la violencia sexual y de género (VSG), tras ello compilo y envío los informes diarios. Lo que más me gusta es aportar cada día una diferencia en la vida de una persona necesitada.

¿Cómo te conectas con niñas y niños, sobre todo los menores no acompañados, que llegan al centro de tránsito?

El hecho de poder hablarles en su idioma me permite conectar rápidamente con ellas y ellos, granjearme su confianza y, el hecho de ser madre me ayuda a crearles un entorno hogareño.

¿Hubo algún encuentro en Nadapal que te conmovió en particular?

Sí. Una vez conocí a una chica de 14 años que había huido de su casa porque la madre y el padre querían casarla con un hombre de 50 años. Tenía heridas recientes por todo el cuerpo porque había sido abusada físicamente por su padre después de haber rechazado ese casamiento. Así que se escapó y caminó durante cinco días, sin agua ni comida y durmiendo entre matorrales para llegar al centro de tránsito. Entonces fue rescatada, ayudada, y actualmente cursa estudios de secundaria. En el futuro quiere ser abogada de derecho humanitario.

Siendo trabajadora humanitaria en primera línea del concurrido centro de tránsito, ¿cómo equilibras el tiempo entre cuidar de personas refugiadas y de tu propia familia?

Tengo un período de descanso, recuperación y licencia cada ocho semanas, lo que me garantiza un tiempo adecuado para descansar, relajarme y estar con mi familia. Doy gracias a Dios por el gran apoyo que me presta mi marido y el sólido sistema familiar que a menudo se ocupa de mis hijas/os cuando estoy fuera. Siendo madre, me costó mucho alejarme de ellos, pero suelo llamarlos a diario para saber cómo están y hacer los deberes juntos. También aprovecho para pasar con ellos la mayor cantidad posible de tiempo cuando estoy en casa durante ese período.

Si la situación fuera a la inversa y fuéramos nosotros los que tuviéramos que huir de la guerra, yo también querría que alguien no escatimara esfuerzos para acogernos, protegernos y ayudarnos a reconstruir nuestra vida.

     – Sarah Ewoi, trabajadora humanitaria de la FLM Kenia

¿Qué significa para ti ser una trabajadora humanitaria y cómo conservas la valentía para servir a las personas en cuestión cuando tu vida está en riesgo?

Estoy firmemente convencida que las personas refugiadas necesitan apoyo y asistencia para recomenzar su vida. Mi rol consiste en ofrecerles “esperanza y un futuro”. Aquí en Nadapal, a menudo nos encontramos atrapadas/os en medio del fuego cruzado entre ladrones de ganado y agentes de seguridad. Aunque eso me asusta mucho y siempre pienso en mis hijas/os, no me impide seguir prestando servicios a refugiadas y refugiados porque si la situación fuera a la inversa y nosotras/os fuéramos quienes tuviéramos que huir de la guerra, yo también querría que alguien no escatimara esfuerzos para acogernos, protegernos y ayudarnos a reconstruir nuestra vida.

¿Qué aconsejarías a otras mujeres que prestan servicios humanitarios?

Quisiera que las trabajadoras humanitarias continuáramos a dar esperanza y un toque maternal al prestar servicio en primera línea. Nosotras somos las madres y los pilares de la fuerza del mundo.

Me gustaría que otras mujeres del resto del mundo se inspiraran de mi historia de perseverancia y resiliencia. En este día en el que conmemoramos a quienes perdieron la vida en cumplimiento de su servicio humanitario, seamos más fuertes y más motivadas para salir a salvar vidas.

 

Entrevista de Yvonne Baraza, FLM Kenia