“Les deseamos mucha fuerza y claridad”: carta de la IELCH a Convencionales

La IELCH declara sobre la importancia de la redacción de la nueva Constitución, así como sobre la participación de la iglesia y de la sociedad toda, para la construcción de un país mejor y para todos y todas.


SANTIAGO DE CHILE / Chila (LWI) – La Iglesia Evangélica Luterana en Chile (IELCH) envió una carta abierta a las y los Constituyentes que tienen la tarea de redactar la nueva Carta Magna de de Chile. En el texto agradecen y ofrecen apoyo. A la vez destacaron la elección de una mujer mapuche como presidenta del órgano. De la misma forma, hicieron destaque en el actual liderazgo de dos jóvenes, considerando una oportunidad histórica de debate. Además, se pusieron a disposición como iglesia, en favor de hermanos y hermanas, para trabajar hacia un “cambio de mente”, que permita construir espacios para todos, así como para la Creación toda.

La carta lleva la firma de la Rev. Izani Bruch, Obispa de la IELCH, que escribe en representación de la iglesia. Señala que los y las convencionales que se encuentran con la tarea de redactar una nueva Constitución Nacional, fueron elegidos entre millones de chilenos y tienen un trabajo difícil, e incluso sometido a presiones, a veces contradictorias. “Vimos por primera vez en la historia de la República, a una mujer mapuche presidiendo el órgano que debe representar a la sociedad chilena y sus diversidades”, expresó y puntualizó que constituye una alegría y una esperanza la construcción de una nueva página para el país. En ese mismo sentido, detalla que la nueva mesa electa será liderada por dos jóvenes. “Asentados en esa escucha será posible caminar el tramo final, y proponer un camino concreto que ofrezca nuevas perspectivas para el cuidado de la Creación y de la naturaleza, para fortalecer la democracia, para ampliar las libertades, para garantizar derechos, y para establecer límites frente al abuso de poder”, analizó.

Desde su mirada, la tarea consiste en “desterrar para siempre la fuerza y las armas como origen del ´derecho´, y dar paso al diálogo pacífico y plural, el único en el que la sociedad puede encontrarse, colaborar y construir en común”. Indicó que  “nos llamamos iglesia, en tanto nos une la voluntad de mantener viva la memoria de Jesús, uno de los seres humanos que más clara y resueltamente se ha puesto al servicio de la causa común de la humanidad entera”. Esto es, “buscar juntos una manera de vivir que sea precisamente más humana, saliendo de nuestros instintos de muerte”.

Expresó todavía que como iglesia están al servicio, a fin de que “realicemos la conversión que vivió el mismo Jesús, a la que él llamó cambio de mente”, en tanto volverse a los demás, “preguntándonos mutua y sinceramente cómo cedemos parte de lo que consideramos nuestro, para que todos podamos gozar de bienes que en realidad son comunes”, manifestó. Sobre esos “bienes comunes”, mencionó la garantía soberana, la equitativa y justa distribución, la igual dignidad de todos y todas, la pluralidad de tradiciones culturales nacionales y de género, la libertad de pensamiento y de expresión, al igual que el derecho a educarse, a trabajar, a producir e intercambiar bienes y servicios, a cuidar la salud, a alimentarse y vivir bajo techo, a llegar a viejo dignamente, a movilizarse libremente por el territorio, como los derechos a gozar en común de la tierra, el agua y el aire que están al cuidado de todos, a preservar y reproducir su diversidad, como también el derecho de las plantas y animales.

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Red de Comunicaciones - LAC