Fue ordenado en la ILCH el pastor Robinson René Reyes Arriagada

El nuevo pastor cumplirá sus labores en la comunidad de El Redentor, en Santiago, y pondrá su foco en el trabajo junto a adultos mayores y niños de la comunidad, con quienes siente que existe una gran posibilidad de desarrollo.

La mañana del sábado 10 de septiembre, Robinson Reyes fue ordenado pastor de la Iglesia Luterana en Chile (ILCH), comenzando oficialmente sus funciones que cumplirá en la comunidad de El Redentor, en Santiago. El nombramiento se llevó a cabo en un culto especial que contó con la participación del obispo de nuestra Iglesia, Alexis Salgado, y de los pastores Esteban Alfaro, Hannah Schramm, Rodolfo Olivera y Johannes Merkel (IELCH).

Robinson René Reyes Arriagada es oriundo de Osorno, tiene 40 años y está casado desde hace 12 años con Sonia Jiménez, con quien espera una hija. Psicólogo de profesión y también teólogo, cuenta con un Magíster en Psicología Clínica y actualmente se encuentra terminando un Magíster en Docencia en Educación Superior. A pesar de su currículum profesional, el nuevo pastor decidió optar por una vida de servicio a la comunidad a través de su nuevo rol. Siente que, durante toda su vida, su fe lo ha acompañado gracias a la enseñanza de su familia.

“Desde siempre he estado en la iglesia. De hecho, mi primer recuerdo, es de cuanto tenía 4 años, y participaba en el coro de niños, que mi hermana mayor dirigía. Ciertamente, ella y mi madre me llevaron por tan buen camino”, destacó Robinson.

Si bien participó en el coro de la Iglesia Luterana en Osorno de la mano del reconocido profesor Andrés Pereira, su verdadero acercamiento al luteranismo vendría en Santiago cuando, entre los años 2004 y 2006, conoció al difunto pastor Juan Wehrli, cuya influencia, carisma, calidez y claridad para enseñar lo motivarían a vincularse a la comunidad.

 

De izquierda a derecha: Obispo Alexis Salgado, pastor Robinson René Reyes Arriagada y Sr. Walter Dümmer, presidente de la ILCH

 

Un nuevo rol
 

Durante su juventud, Robinson participó activamente en actividades diacónicas, en las que compartió con muchas personas en situación de vulnerabilidad y pudo conocer sus historias. Además, dirigió durante un tiempo un coro en el que participaban jóvenes, llamándole la atención que algunos de ellos demostraran un desinterés respecto a su futuro, lo que le motivó aún más a relacionarse con otros.

“Desde ahí, me empezaron a interesar las historias de vida de las personas, con foco en los momentos clave de cambio, donde sentía que yo podía entrar. Me vi a mí mismo salvado de eso por la misericordia de Dios y por la impronta familiar, lo que aumentó mi interés en acompañar a las personas e incluso me motivó a estudiar psicología”, explica el nuevo pastor.

Con el fin de comprender más la Palabra de Dios, Robinson también estudió teología, que en un inicio sólo quiso aprender como disciplina académica. Sin embargo, después comprendería, con el apoyo de una figura importante de su vida, que su rol iba más allá del conocimiento de las Escrituras y que se convertiría en pastor.

“En algún momento, en las eternas charlas que mantuve con mi querido pastor Rolando Holtz, a quien considero mi ‘padre espiritual’, él me estimuló, me motivó, y terminó ayudándome a aclarar lo que hasta ese momento era algo confuso o no definido”, menciona.

Su foco
Una de las principales motivaciones de Robinson al trabajar con la comunidad El Redentor es el acompañamiento y servicio más allá del culto o los espacios visibles, y una de sus principales preocupaciones el que las personas estén alejando a Dios de sus vidas cotidianas.

“Yo quisiera invitar a todos a atreverse a caminar con Él, que esté en el centro de la vida de cada uno. Alguien pensará que este ‘exceso de fe’ es una especie de escapismo o abandono del mundo, pero no hay nada más contrario a ello, ya que los luteranos siempre hemos creído que, hagamos lo que hagamos, debe ser ‘como para el Señor’”, dice.

Respecto a su trabajo en la Iglesia, el nuevo pastor tiene especial interés en realizar acciones junto a los adultos mayores, con quienes considera que existe una deuda social, y con los niños y sus familias. “Con ambos grupos existe una gran posibilidad de desarrollo”, destaca. Es por ello que espera trabajar codo a codo con los integrantes de la comunidad, más allá de las “agendas personales”, sino estimulando e incorporando la vocación y los talentos de todos.

“No creo que un pastor o un líder tenga las soluciones o la varita mágica para hacer las cosas mejor. Más bien, creo en el avance comunitario con la comunidad, ante todo unida. Espero ser apoyado en lo que emprenda, pero también demandado a acompañar sus propósitos y necesidades, más allá de mis propios intereses”, menciona.

Red de Comunicaciones - LAC (Manuel Alejandro Barrientos Held - ILCH)