"Este emprendimiento ha cambiado mi vida por completo"

Carlos Alberto Sánchez recibe diploma por parte de la Licenciada Cindy Salguero, experta en el área de formación y administración de negocios de la Fundación Salvadoreña para Desarrollo Económico y Social (FUSADES). Foto: Rafael Menjivar


SAN SALVADOR, El Salvador - Carlos Alberto Sánchez es un salvadoreño que ha intentado llegar dos veces a Estados Unidos, pero en ambas ocasiones tan sólo pudo llegar hasta México. De regreso a El Salvador tomó contacto con el programa “Retorno Seguro a Familias Migrantes”, que impulsa la Iglesia Luterana Salvadoreña (ILS) y ACT-Alianza. El proyecto incluye la entrega de fondos para la compra de materia prima y otras necesidades urgentes de los emprendimientos, de igual forma la entrega de diplomas. Carlos Alberto Sánchez, estuvo allí y conversó sobre su emprendimiento. Sánchez es zapatero del Municipio de Guazapa. En esta entrevista relata aspectos de su vida y de qué manera el proyecto le ha cambiado la vida y la de su familia.

¿Quién es Carlos Alberto Sánchez, y por qué estas acá?
Soy Carlos Alberto Sánchez, tengo 48 años de edad, migré hacia los Estados Unidos por dos ocasiones y no logré llegar hasta allá. LLegué hasta México en ambas veces, y estoy acá porque supe que la Iglesia Luterana Salvadoreña estaba ayudando a gente retornada a poner su pequeño negocio, me interesó y me han ayudado. 

¿Quién te informó de este proyecto y como llegaste?
Hay gente que habla mucho de la ayuda que la Iglesia Luterana da y del trabajo que realiza a favor de la gente pobre. 

¿Cuál es tu emprendimiento y donde está ubicado?
Soy zapatero, es decir, arreglo zapatos, estoy todos los días en el parque central del Municipio de Guazapa, allí en la calle he encontrado un lugarcito desde donde trabajo, hay otras personas que también arreglan zapatos allí, pero Dios siempre da el pan de cada día.

¿Cómo lograste que te ayudaran en este proyecto?
Vine y me explicaron de que se trataba, demostré que soy retornado y llené todos requisitos. Luego me entregaron el fondo para comprar una máquina para coser zapatos y poner zipper en carteas, remiendos y la compré. Esa máquina usada que compré ahora es mi herramienta de trabajo.
Ahora me dedico a eso, este emprendimiento ha cambiado mi vida por completo, porque trabajo todos los días y gano para la comida, aunque esté mal el negocio, Dios siempre pone algo para comer y eso es lo que quería desde antes de irme. Si hubiera tenido esta oportunidad antes, no me hubiera ido.

¿Has pensado en migrar de Nuevo hacia los Estados Unidos?
No, ya no. Me fue muy mal. Además, nunca podría dejar de nuevo a mis hijos, eso no es fácil. También migrar es una historia muy triste, mucha gente calla todo lo que le pasa en el camino, pero a veces no se puede.

¿Te va bien el emprendedurismo que ahora tienes?
Bueno, hay días malos y días buenos, en los malas solo logro agarrar dos o tres trabajitos de remiendo; pero en los buenos, mucho más que eso y allí es donde se compensa. Aunque hay mucha competencia en este oficio, pero Dios siempre da.

¿Qué le dirías a alguien que quiera migrar hacia los Estados Unidos de la forma en que tú te fuiste?
Le diría que lo piense bien, que no deje a la familia y que busque acá alternativas. Lo invitaría a venir a la Iglesia Luterana para que le ayuden y le apoyaría en lo que fuera posible, porque estoy muy agradecido con lo que me han ayudado.

Red de Comunicaciones – LAC (Entrevista: Rafael Menjivar)