"Dios quiere seguir sorprendiéndonos": Reflexión para el Cuarto Domingo de Adviento

Las cuatro velas de la corona encendidas y la luz como símbolo de que "Dios quiere seguir sorprendiéndonos"

 

En el ciclo de reflexiones para las semanas de adviento presentamos el auido para el Cuarto Domingo de Adviento, escrito y grabado por el Pastor John Hernández de la Iglesia Evangélica Luterana de Colombia (IELCO) basado en el Evangelio de Lucas 1, 39 - 56

 

 

La historia de Navidad la hemos escuchado tantas veces, que ya no nos sorprende.
Ya hemos oído del llamado del Ángel, de las angustias de María,  de los miedos de José.

Tan poco nos sorprende esta historia, que incluso con el tiempo la hemos decorado con otros elementos que ni siquiera aparecen en el relato Bíblico, pero que le dan colorido y que se nos volvieron ya parte del mismo: la vaca, el burro, la pesebrera que sirvió de cuna y hasta los nombres de los  magos de Oriente, que para realzar la historia se volvieron reyes.

La historia de navidad se volvió tan predecible que otros relatos empezaron a contarse junto a ella, tal vez algunos narrados de manera más espectacular, más mágica y sorprendente.

Sí es verdad frente al brillo exagerado de estas celebraciones la historia de Navidad ya no nos sorprende, pero debería, así como se sorprendieron son los personajes del relato bíblico en el que Dios envía a un ángel, quién habla con María, quien está comprometida con José, quién es descendiente de David.

En realidad la historia no es tan inusual, se trata de Dios hablando a una joven mujer, quien estando comprometida para casarse se entera que tendrá un hijo pero no de su prometido y este al enterarse, decide continuar a su lado.

Pues si la historia de un embarazo adolescente no nos parece algo extraordinario, lo inusual es que los personajes descubren que Dios intervino todo el tiempo, pues una historia cotidiana como esta, le concierne!

Vivimos en un mundo donde no escuchamos a Dios hablar, donde no vemos a los ángeles anunciando la voluntad de Dios. ¿O no será que por causa de nuestro deseo del brillo y del espectáculo perdemos la capacidad de asombro de las cosas sencillas,  frágiles y pequeñas, allí donde Dios nos invita a verle?

El gran Salvador del mundo no venía envuelto en luces tintilantes y brillo enceguecedor.

Y no se trata que rechacemos la celebración de la Navidad, sino por  el contrario que recuperermos la capacidad de sorprendernos no solo con una historia del pasado, sino que desde esa historia podamos celebrar la vida, las cosas cotidianas. Esas historias cotidianas que nos preocupan, sorprenden y desafían cada día.  Historias con las que también demos recordar que Dios siguiendo el "Dios que está con nosotros".  Dios nos sigue acompañando y quiere seguir sorpendiéndonos. Y nosotros, bueno tal vez nosotros podríamos volver a ser Marías y Josés dispuestos a ofrecer su fragilidad para cambiar el mundo.

Pastor John Hernández (IELCO)