Día Mundial de los Derechos Humanos: la larga lucha para proteger los derechos humanos en Colombia

Las mujeres colombianas aprendieron cómo reclamar sus derechos a través de AMAR. Foto:LWF/Colombia

ARAUCA, Colombia/GINEBRA (LWI) – “Nos dejaron solas con nuestras niñas y niños. De pronto teníamos que ser madre y padre para ellas/os. Fue una carga terrible y parecía que cada día empeoraba” recuerda Yaneth Perez, una líder de la Asociación Amanecer de Mujeres de Arauca – AMAR en Colombia.

Los arrestos masivos durante el año 2000, después que el gobierno Colombiano acusara públicamente a personas y líderes locales de Arauca de tener vínculos con el movimiento de las Fuerzas Armadas de Colombia (FARC), marcó el giro para la población en el distrito y especialmente para las mujeres.

Invirtiendo los roles tradicionales

Localizada al este de Colombia, cerca de la frontera con Venezuela, Arauca acoge alrededor de 250,000 habitantes incluyendo Afro-Colombianos/as, personas indígenas y poblaciones campesinas de pueblos vecinos. Algunas personas llegaron a Arauca en busca de oportunidades de vida mientras otras escaparon del conflicto armado entre grupos legales e ilegales que fueron dominantes en el territorio por décadas.

La población local lucha para obtener los servicios básicos tales como agua potable, educación y salud. De acuerdo al informe de Agosto del 2014 de las Naciones Unidas, el reclutamiento forzado de niños/as, las abducciones, muertes, desplazamiento y extorción son violaciones comunes de los derechos humanos en el departamento. Las minas antipersonales y artefactos sin explotar son un peligro adicional para la población local y las organizaciones humanitarias que trabajan en el área.

Aprender a trabajar juntas

Las mujeres están especialmente vulnerables  al estigma y abuso por actores armados. Con los hombres de la familia – padres, hermanos, hijos y esposos- detenidos, muchas mujeres están forzadas a organizarse para defender sus derechos y poyar a sus familias.

Gracias a la intervención de la Federación Luterana Mundial (FLM) y su colaboradora local AMAR, las mujeres de Arauca han cambiado la situación de impotencia a la oportunidad del liderazgo comunitario. Ellas trabajan con la FLM en un proyecto de cultivo de piña para generar ingresos y empoderar a ellas y a sus familias.

Las mujeres de AMAR han planificado la plantación de más variedades locales tales como maracuyá, cítricos, borojó, arazá, palma de durazno, palta, guayaba y mango para generar mayores ingresos. Quieren también unirse a otros agricultores de fruta en el país y sueñan con vender frutas y pulpa de fruta.

“Tenemos trabajo por hacer”

Desde su creación en 1996 la Fundación de Derechos Humanos Joel Sierra –un movimiento social por los derechos de agricultores/as- ha estado incidiendo por los derechos al acceso a los servicios públicos, salud y educación de la población rural y defendiéndoles de los abusos de los grupos armados.

“Gracias al apoyo de la FLM podemos fácilmente visibilizar los problemas que las personas enfrentan” dice Yilson Torres, miembro de la Junta de la Fundación de Derechos Humanos Joel Sierra. Para él, como asociación líder en la defensa de los derechos humanos, es importante continuar fortaleciendo la organización en el departamento, expandir su influencia a través de la región y continuar trabajando en la promoción, respeto y garantía de los derechos humanos de toda persona, especialmente campesinos y campesinas quienes son frecuentemente marginalizados/as.

“Mientras haya gente que viole los derechos humanos, tenemos trabajo que hacer” afirmó Torres.

“No es un trabajo de oficina”

Debido a las constantes violaciones de derechos humanos, el hecho que el conflicto no atrae la atención mundial y que el gobierno falla en atender los temas vinculados, la FLM en Colombia ha decidido a contribuir al cuidado y protección de las personas afectadas por el conflicto armado.

Se está trabajando con el Comité Permanente para la Defensa de los Derechos Humanos – CPDDH en la Región Este en el proyecto “Construyendo Vías de Paz en nuestro Territorio”. La iniciativa busca involucrar a personas locales en actividades académicas y recreativas y compartir información sobre la construcción de la paz.

Como parte del proyecto de paz, las poblaciones rurales reciben la capacitación a través de talleres sobre derechos humanos, derechos de la tierra y leyes humanitarias internacionales a fin de que puedan exigir sus derechos. Los talleres proveen oportunidad para tratar temas comunes, general propuestas y en algunos poblados, al establecimiento de comités de derechos humanos.

“No es un trabajo fácil” dice Guillermo Díaz, representante legal del CPDDH en Arauca. “Ser un defensor de derechos humanos no es un trabajo fácil. Se requiere de mucha dedicación y sacrificio, pero nuestra gente merece que su dignidad sea respetada y que sus voces sean oídas”.

Contribución de Nubia Rojas. FLM/Colombia (Traducción Red de Comunicaciones LAC)