Día Mundial de la Asistencia Humanitaria: mantener la esperanza en tiempos de crisis

El equipo de la FLM distribuye ayuda alimentaria a familias vulnerables del distrito de Sumel de la Gobernación de Dohuk al norte de Irak. Para responder a la #COVID19, el gobierno emitió restricciones de movimiento y otras medidas que impactan en los medios de vida de muchas familias. Foto: FLM Irak

Hablar de la salud mental de las trabajadoras y los trabajadores de la ayuda dice la directora del FLM Servicio Mundial

GINEBRA, Suiza (LWI) - “En los últimos meses hemos visto casos de estrés, ansiedad y agotamiento entre nuestro personal”. Maria Immonen, directora del Servicio Mundial, la agencia humanitaria de la Federación Luterana Mundial (FLM), está muy abierta en lo que respecta a los efectos que tuvo la COVID-19 en las/os más de 9.000 trabajadores de ayuda de la FLM, en algunas de las operaciones humanitarias más grandes del mundo.

El confinamiento, las restricciones de movimiento y el peligro adicional que supone la nueva enfermedad del coronavirus (COVID-19), a menudo en arduas condiciones de higiene, han dificultado mucho la labor del personal humanitario. En algunos proyectos de país de la FLM, los medios de comunicación promueven narrativas, según las cuales, se considera que dicho personal es fuente y factor de propagación activa de la COVID-19. De ahí que trabajadoras y trabajadores se enfrenten a la desconfianza y la hostilidad de las comunidades en las que trabajan.

Permanencia y prestación

La mayoría de las empleadas y los empleados de la FLM son locales y nacionales. Solo 50 de las/os más de 9.000 de trabajadores de ayuda son oriundos de países distintos de aquellos donde trabajan. El resto es del país, la región o, en muchos casos, incluso de la comunidad en la que sirve la FLM. Las trabajadoras y los trabajadores de ayuda internacional tenían la posibilidad de ser trasladados, pero no era una opción para el personal nacional o refugiado.

“Casi todas y todos nuestros colegas, incluido el personal internacional, permanecieron”, comenta la Sra. Immonen y añade: “solo unos cinco volvieron a su casa, sobre todo, por motivos de vulnerabilidad médica”. En muchos casos, ese compromiso conlleva un gran costo personal: debido al cierre de fronteras muchas y muchos colegas no pueden tomarse los días de asueto y de vacaciones que tanto necesitan (descanso y rehabilitación), y que son usuales para el personal humanitario que se encuentra en lugares difíciles. “Algunas y algunos estuvieron en el terreno por seis meses o más”, puntualiza la Sra. Immonen. Además, rara vez se establecieron asesoramiento y supervisión para los asociados locales de implementación y el personal incentivo que también están a alto riesgo de ser infectados, estresados y traumatizados.

Cómo mantener la fe

La Sra. Immonen está preocupada por el impacto a largo plazo que tendrá la crisis en la resiliencia de las comunidades y las/os colegas. En el caso de personas refugiadas, personas desplazadas internas y comunidades vulnerables, su vida ya se veía desafiada y dificultada por muchos motivos. Y ahora, el virus ha tenido un impacto masivo que va más allá del peligro inmediato para la salud. Las comunidades vulnerables se enfrentan a la pérdida de sus medios de vida y a la creciente inseguridad alimentaria en los años venideros: “Esta crisis estará con nosotras y nosotros al menos por tres o cuatro años”, señala la Sra. Immonen.

Con la puesta en juego de los habituales mecanismos de apoyo, la situación también está afectando cada vez más, la resiliencia y el bienestar mental del personal humanitario. “Nos alegra comprobar que nuestras y nuestros colegas están utilizando las ofertas adicionales de asesoramiento y apoyo que estamos haciendo”, añade la Sra. Immonen. Si bien no puede viajar a los proyectos de país, el personal de la sede de Ginebra trabaja duramente para apoyar a quienes están en el terreno y brindarles toda la ayuda posible.

Hablar de la salud mental

“En muchas comunidades en las que trabajamos hay personas traumatizadas. A menudo, todo nuestro personal está en contacto con personas de esas comunidades. ¿Qué hace falta para mantener la esperanza en tales circunstancias?”

“En muchas comunidades en las que trabajamos hay personas traumatizadas. A menudo, todo nuestro personal está en contacto con personas de esas comunidades. ¿Qué hace falta para mantener la esperanza en tales circunstancias?”

– Maria IMMONEN, directora del FLM Servicio Mundial.

Para muchas y muchos colegas, la fe ha sido un apoyo y una motivación para seguir adelante. “Vemos que a las personas arraigadas en la fe a veces les resulta más fácil lidiar con los extremos de la vida: la pérdida, el trauma y la muerte. La fe ofrece perspectivas y palabras para lo indecible, lo que puede ayudar a compartir el dolor, reconfortar o buscar ayuda. La fe también da una profunda perspectiva de esperanza frente a la desesperanza”, afirma la Sra. Immonen.

La directora del FLM Servicio Mundial llama a donantes y asociados a proporcionar los recursos necesarios para la seguridad y el bienestar mental del personal, el personal local y el personal incentivo. “Estamos basadas y basados muy localmente, eso es lo que somos y lo que supone una gran ventaja. En tiempos difíciles como estos, debemos asegurarnos que apoyamos a toda