COVID-19: Desafiados a un nuevo lenguaje espiritual y una diaconía más eficiente

La Iglesia Luterana en Chile organizó la distribución de alimentos a personas que perdieron sus trabajos debido a la pandemia de COVID-19. Foto: ILCH

 

Lidiando con la pandemia en la Iglesia Luterana en Chile

SANTIAGO DE CHILE, Chile/GINEBRA (LWI) - Iglesia Luterana en Chile (ILCH) ha respondido a la pandemia del Coronavirus (COVID-19) al cambiando las reuniones en persons a reuniones en línea. Para hacerlo, la ILCH utiliza varias herramientas y plataformas. Asimismo, la ILCH ha ayudado a personas que perdieron sus trabajos y a otras personas en necesidad.

“Las iglesias cristianas luterana, evangélica y pentecostal trabajan juntas en una Plataforma Evangélica de Servicio", dijo Alexis Salgado, Obispo de la ILCH. “Aquí, intercambiamos ideas y coordinamos medidas para cumplir con nuestras responsabilidades cristianas en la iglesia y sociedad durante la pandemia".

En Chile, la pandemia comenzó en marzo. Alcanzó su punto máximo en junio, casi provocando el colapso del sistema de salud pública. “Desde junio, una estrategia general de pruebas complementa las medidas tomadas para responder a la pandemia”, explicó Salgado. "Sin embargo, el levantamiento de los bloqueos genera temores sobre nuevos brotes y mantiene nerviosas a las autoridades y a la población". Al 31 de agosto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) había registrado 408,009 casos confirmados de COVID-19 y 11,181 muertes entre la población de Chile de unos 19 millones. Actualmente, se registran entre 1.000 y 2.000 infecciones diarias.

El Fondo de Respuesta Rápida COVID-19 de la Federación Luterana Mundial (LWF) y el apoyo financiero del Comité Nacional Alemán de la Federación Luterana Mundial (GNC / LWF) ha hecho posible el apoyo a la iglesia en la implementación de medidas para responder al impacto económico y social de la pandemia.

Alimento para cuerpo y el alma

A medida que se desarrolló la pandemia, muchos chilenos se preocuparon por su salud tanto como por su situación económica. Se perdieron muchos puestos de trabajo; las pequeñas y medianas empresas tuvieron que cerrar. Algunas personas lograron mantener sus trabajos a costa de salarios reducidos. Debido a la presión de los actores sociales, se permitió a las personas utilizar el diez por ciento de sus fondos de pensiones acumulados.

“El apoyo del gobierno en forma de ayuda financiera y alimentaria fue lento; las familias tenían que compartir la comida, y hasta se hablaba de hambre ”, dijo Salgado. “Lo que nos alarmó fue que también familias de clase media baja enfrentaron esta situación”. En respuesta a esto, las comunidades realizaron campañas de recolección de alimentos y el ILCH distribuyó cajas de alimentos entre los grupos de bajos ingresos en Santiago, y también en Valparaíso, Valdivia, La Unión, Osorno y Temuco.

Sin embargo, había desafíos adicionales que afrontar. “La pérdida del contacto personal para todos los grupos etarios en nuestras comunidades durante el encierro nos afectó mucho”, recordó Salgado. “Internet había sido un 'amigo lejano'; ahora, los pastoresy pastora tenían que adquirir nuevas habilidades rápidamente para poder extender la mano y predicar el evangelio”.

Hicieron experiencias alentadoras: se abrieron nuevas puertas cuando un público más amplio vio los servicios religiosos en línea. “Vimos aumento en la cantidad de participantes que se multiplicaron por tres o cuatro”, dijo Salgado. Además, se unieron miembros que se habían mudado a otras ciudades o incluso al extranjero. "La gente tenía más tiempo y había hambre espiritual".

Las reuniones de pastores y pastora también se han beneficiado: consumen menos tiempo y son más baratas, ya que los costos de viaje disminuyen cuando se reúnen en línea en una videoconferencia.

“Aún así, no todo ha ido bien”, resumió Salgado. "Gran parte de nuestro trabajo depende del contacto personal". Se ha echado mucho de menos la comunión entre hermanos y hermanas, junto con las actividades que involucran a un mayor número de personas.

“Esperamos que esta experiencia nos ayude a diversificar el alcance en nuestras comunidades”, dijo Salgado. “Nuestra sociedad nos desafía a hablar un nuevo idioma, y puede tener necesidades diferentes a las que la iglesia pensaba que tenía. Estamos llamados/as a ser más empáticos y eficientes en nuestra diaconía".

Traducción Red de Comunicaciones LAC