Carta Pastoral en el contexto de la “Marcha Anti Inmigrante”

“Hace justicia al huérfano y a la viuda, y que ama y da alimento y vestido al extranjero que vive entre ustedes. Ustedes, pues, amen al extranjero, porque también ustedes fueron extranjeros…”   Deuteronomio 10: 18-19

Expresamos nuestro profundo repudio a la marcha anti inmigrante convocada para el domingo 11 de agosto en diferentes ciudades de nuestro país.   

Entendemos la migración como un derecho.  Celebramos y respaldamos la decisión de la Intendenta de la región metropolitana Sra. Carla Rubilar de no autorizar la marcha en nuestra capital, esperamos que en otras regiones los Intendentes e Intendentas toman la misma decisión de no autorizar marchas que promueven el odio, violencia, discriminación y racismo hacía las personas inmigrantes.

Nuestra fe se sustenta en un Dios liberador y dador de vida, que sacó a su pueblo de la esclavitud y lo guio en el éxodo, desplazándolo hacía un lugar con mejores condiciones para la vida.  Nuestra fe tiene como fundamento a Cristo, un desplazado de Galilea, quien tuvo que nacer lejos de su pueblo, tuvo que huir del país con su padre y madre cuando su vida estaba en peligro.  Así como hoy tienen que huir y desplazarse de sus países los y las inmigrantes que han llegado a nuestro país.

Creemos en un Dios de gracia y amor, que habla todos los idiomas, que vive en los diferentes países de su creación y que nos abraza a todos y todas como sus hijos e hijas en igual dignidad.

Hemos de hacer memoria de nuestra propia historia, y recordar que en tiempos adversos a la vida, muchos chilenos y chilenas tuvieron que huir de Chile, y refugiarse en la solidaridad de otros países. Lamentamos profundamente que olvidamos nuestro pasado, y que en nuestro país existan iniciativas de este tipo,   que reflejan la xenofobia y la aporofobia, o sea el odio y el rechazo al inmigrante pobre y desamparado.    

Hacemos un llamado a todas nuestras comunidades y congregaciones a acoger a los y las inmigrantes, y hacer de nuestra iglesia un espacio de comunión, seguro y de hospitalidad para nuestros hermanos y hermanas inmigrantes, en especial a las y los más desamparados. Les invitamos a responder a estas iniciativas de odio y violencia, con gestos concretos de amor, de acogida y acompañamiento hacia nuestros hermanos y hermanas inmigrantes.

Desde el evangelio somos llamados y llamadas a abrir caminos de una nueva humanidad, una humanidad libre de violencia, racismo, odio y discriminación.  En el actual contexto que vivimos con el fenómeno migratorio, que nuestro testimonio, queridos hermanos y hermanas sea un testimonio profético que denuncie y se opone a toda acción que niega la dignidad humana.  Donde la dignidad humana es negada, nuestro Dios es negado, pues a su imagen y semejanza hemos sido creados y creadas (Génesis 1:27).

En Cristo,

Pastora Izani Bruch

Obispa de la Iglesia Evangélica Luterana en Chile.

Santiago, 09 de agosto de 2019