Asumiendo el liderazgo con las personas refugiadas #WithRefugees

Dos jóvenes construyendo una casa en el campo de personas refugiadas de Beldangi, en Nepal sudoriental. Fotografía: FLM/Albin Hillert

Las iglesias prestan servicio y apoyan el desarrollo de capacidades

GINEBRA (LWI) – En todo el mundo, las iglesias marcan la diferencia para las personas en situación de desplazamiento. Ofrecen refugio, agua y alimentos, apoyo psicosocial, y contribuyen al establecimiento de relaciones con las comunidades de acogida. ¿En qué se basa esta respuesta? ¿Cuáles son las claves del éxito del apoyo a largo plazo para las personas refugiadas?

“En todo el mundo, el programa del Departamento para Servicio Mundial de la Federación Luterana Mundial (FLM) está al servicio de más de 2,3 millones de personas en 25 países. Muchas de estas personas son personas refugiadas, en situación de desplazamiento interno, y comunidades vulnerables", dice Maria Immonen, directora del Departamento para Servicio Mundial de la FLM.

El personal directivo de los programas por países del Servicio Mundial de la FLM se reúne con los colegas de la Oficina de la Comunión en Ginebra en mayo de 2019. Fotografía: FLM/Albin Hillert
El personal directivo de los programas por países del Servicio Mundial de la FLM se reúne con los colegas de la Oficina de la Comunión en Ginebra en mayo de 2019. Fotografía: FLM/Albin Hillert

Maria Immonen dirige un programa mundial que no solo proporciona ayuda de emergencia a corto plazo, sino que sus intervenciones incluyen esfuerzos a largo plazo para mantener los medios de subsistencia, la protección, y para reforzar la cohesión social.

“Esto requiere una estrategia clara, recursos humanos y financieros, flexibilidad y protocolos de seguridad; pero, por encima de todo, requiere un profundo compromiso”, afirma.

Creando cohesión social, con 68,5 millones de personas desplazadas forzosas

Hussein, líder comunitario de la región somalí de Etiopía, desplazado por el conflicto y las tensiones étnicas, muestra la construcción de las colmenas con las que la antigua comunidad apicultora ha comenzado a reconstruir los medios de subsistencia que perdió al tener que huir. Fotografía: FLM/Albin Hillert
Hussein, líder comunitario de la región somalí de Etiopía, desplazado por el conflicto y las tensiones étnicas, muestra la construcción de las colmenas con las que la antigua comunidad apicultora ha comenzado a reconstruir los medios de subsistencia que perdió al tener que huir. Fotografía: FLM/Albin Hillert

Según estimaciones del ACNUR, en 2018, de entre los 68,5 millones de personas desplazadas forzosas en el mundo, 25,4 millones eran refugiadas; 40 millones, desplazadas internas, y 3,1 millones, solicitantes de asilo.

“En un contexto mundial de cambios políticos complejos y, en muchos casos, de erosión de los derechos de las personas refugiadas y necesitadas, permanecemos firmes junto a ellos y ellas como personas de fe”, reflexiona el secretario general de la FLM, Rev. Dr. Martin Junge. 

Janet da clases de costura a mujeres yazidíes en un “espacio de acogida para las mujeres” en un campo para personas desplazadas internas en Dawodiya, en la región del Kurdistán Iraquí. Fotografía: Paul Jeffrey/ACT Alianza.
Janet da clases de costura a mujeres yazidíes en un “espacio de acogida para las mujeres” en un campo para personas desplazadas internas en Dawodiya, en la región del Kurdistán Iraquí. Fotografía: Paul Jeffrey/ACT Alianza.

“No obstante, apoyar a las personas refugiadas no es solo una cuestión de compromiso de servicio, sino de un compromiso con el desarrollo de capacidades y la labor de defensa de causas. Nuestra respuesta debe basarse en la labor con las personas refugiadas y sus comunidades de acogida, para crear juntos y juntas una cohesión social", añade Junge.

Abundan los ejemplos

En el centro provisional de aprendizaje en el campo de Ohn Taw Gyi, en el Estado de Rakhine, Ma, de siete años, que sueña con ser profesora, y su hermana y su hermano menores, forman parte de los 32 000 niños y niñas que se benefician de la iniciativa Education for Change (Educación para el cambio).

Las perspectivas de mejorar su educación son más favorables para Ma, de siete años, que vive en el campo de Ohn Taw Gyi, en Myanmar. Fotografía: FLM Myanmar/Isaac Kya Htun Hla.
Las perspectivas de mejorar su educación son más favorables para Ma, de siete años, que vive en el campo de Ohn Taw Gyi, en Myanmar. Fotografía: FLM Myanmar/Isaac Kya Htun Hla.

En 2018, la FLM respondió a nuevas necesidades humanitarias en países como Angola, Colombia, Etiopía, República Democrática del Congo, Kenia, Myanmar, Somalia, Sudán del Sur y Uganda, al tiempo que continuó trabajando en los programas de desarrollo en curso.

En Camerún, la FLM apoya a las personas refugiadas y desplazadas internas de la República Centroafricana y de Nigeria, que necesitan ayuda especialmente debido a la inseguridad creciente para las personas de las zonas fronterizas de la Región del Extremo Norte, en vista del recrudecimiento del grupo Boko Haram.

Personas reunidas en un puesto de suministro de agua en el campo de personas refugiadas de Minawao, al norte de Camerún. Fotografía: FLM/ C. Kästner
Personas reunidas en un puesto de suministro de agua en el campo de personas refugiadas de Minawao, al norte de Camerún. Fotografía: FLM/ C. Kästner

En el campo de Beldangi, al sudeste de Nepal, para las personas refugiadas butanesas, la FLM ha transferido el liderazgo a las propias personas refugiadas, que se encargan de la supervisión, el mantenimiento y la gestión del campo. Hay grupos de autoayuda para asistir en el desarrollo de capacidades de liderazgo y la mejora de los conocimientos financieros, y para apoyar actividades de generación de ingresos para reducir la dependencia general de la comunidad. Además, un foro para los niños y las niñas refugiados butaneses mantiene ocupados a los más jóvenes.

“Si examinamos todos los programas de país de la FLM, tanto en el presente como en el pasado, y sumamos todos los años que llevan en funcionamiento en los distintos países, podemos constatar que nuestra organización cuenta con una experiencia total de más de 1000 años al servicio del prójimo, contribuyendo a sus medios de subsistencia, servicios de calidad, protección y cohesión social. Toda nuestra labor con las personas refugiadas y desplazadas internas, y con las comunidades de acogida, en el ámbito individual, comunitario e institucional, se desarrolla a la luz de esta experiencia: todos y todas unidos y unidas en el servicio, para que tengan esperanza y porvenir”, concluye Maria Immonen.